¡Qué bien te veo, Luan! Hacía
mucho tiempo que no me mostrabas esa sonrisa. Te has puesto en forma, ¿eh? Se
nota que ahora vuelves a ser feliz. ¿Recuerdas que hace unos meses te
preguntabas si algún día lo volverías a ser o si te habrías vuelto una amargada
para toda la vida? Te lo dije, que en el momento en el que volvieses a tu
trabajo, te volverían las ganas de vivir. Y ha sido así, ¿verdad? Te han vuelto
las ganas de salir a la calle, de hacer deporte, de ponerte guapa y de bailar.
Ahora tienes ganas de compartir tus ratos con los demás y has empezado el
proceso de retomar amistades que dejaste aparcadas por no cargarlas con tus
depresiones y, por supuesto, te han vuelto las ganas de vivir pasiones.
¿No es por eso que estás hoy aquí?
¿Qué pasa? ¿Ya volvemos a las andadas? ¿Quizás te estás empezando a preocupar
por repetir errores del pasado? ¿Sientes que aquello que creías haber aprendido
tras tu retiro al ostracismo ha sido solo fácil de llevar a cabo mientras que
no te has expuesto al peligro?
Anda, no te tortures, chica. Creo
que estás exagerando. Y si no, vamos a hacer un repaso… ¿Qué has hecho que
creas malo? Tienes la sensación de que desprendes tales cantidades de feromonas
que estás atrayendo como un gigantesco imán a una buena parte de los hombres de
tu vida. Eso, o que en el Universo se está produciendo una rara alineación
planetaria que hace que todos ellos se hayan puesto de acuerdo para volver a tu
camino.
Bueno, a algunos los llamaste tú.
Quizás después de haberlos puesto del color de la hierba frente a mí, ahora te
sientas un poco hipócrita por apetecerte volver a verlos. ¿Es eso? Mira guapa,
déjate de tonterías. Poco importa lo que dijeras de ellos. No mentías entonces
y tampoco dijiste nunca que los odiases. Por el contrario, tú has sabido
siempre ver la parte buena de tus relaciones y, afortunadamente, en la mayor
parte de las ocasiones, has perdonado el daño que te hayan podido hacer, has
recolocado tus relaciones en la posición que debían tener para que dejaran de
ser dañinas, y aún te ha quedado cariño para poder disfrutar de la cordialidad,
a veces, incluso de algo más. Pero ten claro que, si antes no hubieras
exorcizado tus demonios, jamás hubieras llegado a verlos así. Suerte han
tenido, de que yo estuviera aquí para servirte de desahogo.
Eso sí, no prescindas de tus
reglas. Que ésas no las olvidas mientras que la vida te muestra la cara dura.
En esas rachas, como la que acabas de dejar atrás, te muestras fuerte por
necesidad. A mí me preocupa más cuando la vida te regala amaneceres rosados.
Ahí comienzas a sentir alas en los pies y te elevas tanto del suelo que me da
miedo que en el ascenso olvides tus lecciones. Supongo que eso es también lo
que te preocupa a ti, ¿no? ¿Qué ha sido esta vez? ¿O quién?
¡Ah! Ya veo, sonríes de la misma
manera que esos días que compartiste lecho con Jack. Él, ¿no? Es él el culpable
de que creas estar perdiendo el control. ¡Cuéntame Luan!
Lo llamaste como prometiste: en
el momento en que volviste a tener ganas de sexo. Afortunadamente no estaba
enfadado contigo por la prolongada ausencia. Ahora que estás de buen humor, ves
esta reacción como algo positivo, hasta la has vestido de respeto a tu deseo de
intimidad durante este tiempo. Pero, sinceramente, no le quedó otra. El reencuentro
ha sido estupendo. ¡Cómo no! Después de tanto tiempo, y con tu recién estrenada
felicidad, ¿no ibas a tener un polvo de muerte? Aunque tienes que reconocer que
él sabe tocarte de un modo que te hace enloquecer. Lo malo de que esto sea así
y de tener tanta hambre atrasada es que te ha colmado cuando lo has visto, pero
ha abierto el pozo sin fondo que es tu sexualidad y poco puedes hacer para que
cualquier otro te satisfaga de la misma manera. Y mira que no han sido pocos
los que en esa conjunción cósmica han vuelto a llamar a tu puerta en las
últimas semanas. ¡Ni te lo crees! Te lo has pasado realmente bien jugando con
ellos. Cada vez que lo piensas, sonríes. Sabes que lo mejor de todo es que has
manejado con superioridad todas las situaciones. Te has visto muy por encima de
ellos. Liberada de las emociones que a ellos te ataron alguna vez, ahora has
disfrutado de tu sensualidad y del efecto que sigues causándoles. Liberada del
amor que te enganchó y que más de una
vez te sometió, te sientes poderosa, casi una diosa griega. Pero te da miedo lo
que te pasa con Jack, ¿no?
Piensas que quizás hayas sido
injusta, que igual lo que pensaste de él, aquel email que estuviste a punto de
enviar estuviera totalmente equivocado. Piensas que quizás por eso no lo llegaste
a enviar. Y es que ha estado especialmente cariñoso, ¿verdad? Os habéis visto
en un par de ocasiones y, al margen de gemidos y fluidos lujuriosos, también ha
habido mimos deliciosos. Piensas que quizás la que ha provocado que vuestra
relación nunca haya sido otra cosa, has sido tú misma. Y, porque a nadie le
amarga un dulce y en esos momentos te has dejado acoger en sus brazos, hasta
fantaseas con qué pasaría si pudierais ser ese algo más que nunca habéis sido.
Entonces, bajo estos influjos que
el buen sexo te deja, le mandas mensajes cargados de erotismo y algunos en los
que también le regalas algún sentimiento más profundo. Él contesta, pero no tan
efusivamente como tú, por supuesto. A tus parrafadas siempre contesta con un
“me encanta”, o algo similar. Lo suficiente para inflar tu ego literato y para
inflamar tus partes bajas.
Pero hace unos días te enfadaste
contigo misma porque no paras de pensar en él. Porque no dejas de mirar su
última actividad registrada en su what´s app e imaginas con quién estará
chateando a tales horas, o que debe
estar con alguna chica si ves que no tiene actividad durante un largo periodo
de tiempo. ¿Qué pasa? ¿Es que estás celosa? ¡Caramba, chica, para ser alguien
que no es muy prolijo hablando de sí mismo, siempre consigue que acabes
confusa!
Ése es el problema. Justamente
ése es siempre el problema. La falta de información. Mira, Luan, no estás
celosa, cariño, tranquila. A poco que lo pienses te darás cuenta de que el que
hayas fantaseado con ser algo distinto para él, no se basa en él en sí, sino que
te apetecería que esos ratitos tan dulces fueran más habituales en tu vida de
lo que lo son, pero igual te pasaría si el que estuviera a tu lado fuera otro.
Si te paras a pensar en él fuera del ámbito de vuestros encuentros, no
encontrarás razones para desear tenerlo como pareja. Porque en realidad, sigues
sin conocerlo, a pesar de todos los años pasados, no lo conoces; y él a ti
tampoco (bueno, para ser honestos os conocéis muy bien, pero en un terreno muy limitado), y no has sido tú la que ha
provocado que esto sea así. En todos estos años, nunca él propuso algo
diferente y, por el contrario, una vez que pensó que tú deseabas otra cosa, recibiste un
rechazo velado e inmerecido, pues ni siquiera era cierto que lo desearas. No
has sido nunca injusta. Analizaste los hechos con la información que tenías a
tu alcance, que tampoco es que tuvieras mucha, sufriste decepción, comprendiste
y reajustaste los términos de vuestra amistad para poder continuarla,
apreciando además lo que te aporta. Os
podéis permitir ser cariñosos, porque mal andaríais si a estas alturas no
pudierais sentiros orgullosos de haceros tanto bien cuando os encontráis. No
son celos lo que sientes, lo que te pasa es más… animal. Ahora que despertó a la fiera, te da miedo que
se enamore o se encoñe con otra, pero no porque te importe eso, sino porque si
eso ocurre, la probabilidad de que él tenga ganas de hacer kilómetros para acostarse
contigo será bastante menor. Así de simple, Luan. Porque eres consciente de
que, mientras que el amor no ciegue tus sentidos, no habrá ningún otro hombre
que te satisfaga como lo hace Jack.
Mejor, ¿verdad? Te lo noto.
Necesitabas encajar en su correcto lugar tu actitud de estos días. Pero no vale
solo con eso, nena. Me alegro de que se haya despertado tu infinita pasión,
sigue siendo una pantera salvaje y necesitabas dejarla escapar de la prisión de
abstinencia a la que la habías condenado. Sin embargo, debe aprender a regresar
a casa. Debe dormir y descansar cuando corresponde para que no tengas que
dejarlo todo para perseguirla. Sabes bien lo que te digo. No la conviertas en
un peligro para el resto de lo que te hace feliz. Sabes perfectamente lo que tienes que hacer,
así que hazlo. Jack volverá a darte lo que tanto te gusta porque a él también
le gusta lo que tú le das, pero relájate, no importa que no sea a menudo, probablemente
es tan bueno lo que tenéis porque nunca ha sido una rutina. No rechaces todo lo
bueno que otros están deseando ofrecerte aunque pienses que no hay comparación.
Sabes bien que la clave del placer está en la mente que la percibe, y tienes
muchos motivos para disfrutar de lo que viene. Disfruta de tus días, de tu trabajo, que, no
lo olvides, esto es lo que verdaderamente te llena sin dejar resquicios.